martes, 10 de junio de 2014

Cómo eliminar la desigualdad económica

El año pasado se constituyó la Asociación Internacional de Neuromanagement y uno de sus motivos de formación más importantes era el de ayudar a la disminución de la desigualdad en el mundo. ¿Cómo?

Ayudando a las empresas pequeñas, medianas, micros, a gestionar su operación de manera tan eficiente que esto disminuyese la brecha entre estas y las grandes empresas. Y esto sigue siendo lo que nos anima cada día en esa Asociación.

No quiero confundir a nadie: en mi opinión, la brecha entre ricos y pobres, cada vez más grande, es
responsabilidad de ambos. Muchos gobiernos, o candidatos a gobiernos, populistas tratan de usar esta brecha para ganar votos, prometiendo cosas imposibles de cumplir.

Las estadísticas no mienten y, a pesar del aumento sostenido de propuestas de gobierno tipo Robin Hood, la diferencia en ingresos entre los ricos y los pobres del mundo es prácticamente inmanejable, con un incremento también sostenido de la mencionada brecha durante los últimos 40 años.

Veamos. Según estadísticas del US Bureau of Labor Statistics las percepciones promedio reales de la mayoría de los trabajadores norteamericanos se han incrementado o poco o nada desde 1970, mientras que las del 1% mejor pagado del país, han subido 165% en el mismo tiempo. Y es más, hay un 0.1% de personas, los mejores pagados de todos, que ganan hoy 362% más que en 1970. (Paul Krugman llama a estos ingresos “Supersalarios”. Capital in the 21st Century por Thomas Piketty).

En lo que tampoco coincidiré de ninguna manera es que el reparto de riqueza en el mundo, la disminución de la desigualdad, se debe de hacer poniendo más impuestos a las grandes fortunas, por ejemplo, o de cualquier otra forma forzada, obligada. En mi opinión, disminuir la desigualdad, o, mejor expresado, igualar el ingreso y condiciones de vida, es cuestión de los individuos, no de los gobiernos. Todos aquellos que sienten malestar porque otras personas ganan mucho, según ellos, de manera injustificada, demuestran una gran dosis de envidia.

Un reciente artículo que estudiaba la semana pasada, del filósofo de Harvard T.S. Scanlon, establecía cuatro razones lógicas por las que reducir esta brecha era adecuado para el mundo. A las lógicas, las que manda la razón, usted le puede añadir las morales, pero es muy probable que yo personalmente no coincida con estas últimas.

Estas cuatro razones lógicas son:

1. Las diferencias económicas le otorgan a los más ricos un desproporcionado e inaceptable control sobre las decisiones y vidas de los de menos ingresos.

Es perfectamente argumentable que, a pesar de este control, cualquier persona tiene en su poder la capacidad de cumplir sus sueños y deseos, contra todos los obstáculos. Existen numerosas historias de personas que lo han logrado en circunstancias verdaderamente desafortunadas, que han derrotado al establishment como David venció a Goliath.

Y por otro lado y al mismo tiempo, conozco muchas otras historias de personas que han terminado derrotadas por el sistema. Empezaron con toda la ilusión y optimismo posible y el sistema, por así decirlo, fue más fuerte que ellos. De estos últimos no se escriben libros, pero también existen y son la mayoría. Y tampoco me malentienda, no soy uno de esos convenientemente modernos “antisistemas”.

2. La desigualdad económica puede provocar o generar desigualdad en la representación política de las necesidades de los ciudadanos.

Para nadie es un secreto que los legisladores de muchísimos países no trabajan para quienes los eligieron, sino para quienes les financiaron la elección, que no son los mismos.

3. La desigualdad económica pervierte el mismo sistema económico y perpetua la desigualdad. 

    No es imposible, desde luego, pero es muy probable que las oportunidades no se presenten igual para los más ricos que para los más pobres, lo que contribuye a una mayor desigualdad.

Lo mismo podemos decir de la educación, en una sociedad en la que los más ricos tienen acceso a la mejor preparación académica y mental, lo que hace que sean más aptos para aprovechar las mejores oportunidades. De nuevo, hay excepciones, pero no se trata de que unos pocos lo logren, sino que lo logre el promedio de las personas que realmente quieren.

Y de nuevo, la igualdad de oportunidades se debe de crear, no imponer. En Europa se otorgan una gran cantidad de subvenciones que poco o nada hacen por igualar las oportunidades. Los aparatos administrativos que se usan para verificar la correcta aplicación de este dinero público es, a menudo, mucha mayor y costosa que los beneficios de la ayuda prestada.

4. Parece que el reparto económico de hoy en día no representa un reparto justo con los trabajadores que forman parte del esquema productivo y de creación de riqueza de un país.

¿Qué es justo? No sé, y desde luego es muy argumentable. Una definición de justicia, que puede o no compartir, que me resulta interesante es la del filósofo John Rawls, escrita en 1958:

“Sólo es tolerable la inequidad si y solo si permite la ventaja de los más desposeídos”, porque como decía Stuart Wilde, un escritor humorista y filósofo británico, en su conferencia The Mastery of Money, “Estás en un juego que no puedes ganar” (https://www.youtube.com/watch?v=A0bkREYS4VY)

Lo cierto es que las personas que colaboran en la producción de un bien o riqueza, deben por lógica, participar de la misma de una forma justa y, dadas las diferencias enormes de salarios mínimos entre los países, parece ciertamente que hay mucho trabajo que hacer en este sentido.

Pero, como seguramente está ya pensando y sabe, yo no soy economista ni entiendo mucho de estos temas, desde un punto de vista técnico, claro está. Sólo contribuyo con mi pequeño grano de arena a reducir la desigualdad, o a incrementar la igualdad, mejor expresado como trataré de hacerle ver en unos instantes.

Pienso, sin lugar a dudas para mí, que el aumento de la igualdad empieza en la educación y el crecimiento personal. Estos son, para mí, los 4 aspectos o puntos que contribuirán enormemente a aumentar la igualdad.

1. Como decía anteriormente, la educación y el crecimiento personal es el principal promotor de la igualdad. Si conocemos la información adecuada podemos aumentar nuestro poder personal significativamente. Por ejemplo, si supiéramos que no es lo mismo “reducir la desigualdad” que “aumentar la igualdad”, las cosas cambiarían mucho.

Alguien que dice “aumentar la igualdad” sabe que nuestro inconsciente no piensa en negativos. Sabe que si hablamos de desigualdad aumentamos nuestro enfoque hacia este concepto o situación y al aumentarlo, no hacemos más que reforzarlo. De igual manera que “la lucha contra las drogas” no hace más que incrementar el consumo de las mismas. Como decía la Madre Teresa, ”No me inviten a una marcha contra la guerra. El día que me inviten a una marcha a favor de la paz, cuenten conmigo” (palabras más, palabras menos).

Tecnologías de crecimiento personal como la PNL nos permiten dominar, sin antecedentes académicos requeridos y a cualquier persona, técnicas de control y dominio personal y emocional que resultan invaluables para lograr transformar nuestras aspiraciones más profundas en realidades tangibles. Y en un tiempo asombrosamente corto.

Vivimos en la época del dominio personal, Inteligencia Emocional, PNL, Psicología positiva, etc. Estas disciplinas están al alcance de todos, aprovéchese de ello

   2. Conócete a ti mismo. Si uno sabe lo que uno tiene y puede, entonces la igualdad se nos hace mucho más presente en nuestras vidas. No solo la educación en nuevas tecnologías mentales sino la comprensión espiritual de nuestra existencia, nos dará un desarrollo inigualable en esta búsqueda por la igualdad formal.

Los psicólogos lo llaman “autoestima” y es que la autoestima nace de conocernos mejor. Al darnos cuenta de nuestras potencialidades y capacidades no podemos más que sentirnos agraciados con la vida, el Universo y cualquier otra cosa que se le ocurra, además de que nos daremos cuenta de que estamos más que equipados para la gloria. Conozca cómo funciona su cerebro y sabrá que está sobrado de capacidad para cualquier cosa que se le ocurra.

3. Desarrolle un sentido de la moral útil. Yo llamo moral útil a la que me sirve para mis propósitos y, además, resulta en un bien común.

Conceptos como “la economía del bien social” desarrollado por el economista austriaco Christian Felber, son cada día más estudiadas y aceptadas. En este tipo de teorías no se promueve el altruismo como una forma de sentirse bien, sino como una manera de autobeneficio.

Estos conceptos de moral útil no violan los principios de libertad económica ni los de los conceptos del bien y del mal universalmente aceptados. Por ejemplo, que un empresario sea avaricioso y quiera acumular mucha más riqueza de la que necesita no está ni bien ni mal, mientras no viole la ley en su búsqueda personal. Si un político o funcionario público se quiere dar el lujo de la codicia o avaricia, entonces estará mal por definición, porque de manera inevitable, terminará violando la ley.

El altruismo voluntario es necesario para el mundo y para el propio beneficio de los altruistas. Henry Ford, al aumentar al doble las percepciones de los obreros de principios del siglo XX, se benefició a sí mismo y a toda la industria.

En México, el mítico empresario Eugenio Garza Sada, también a principios del siglo XX, fue un pionero de las prestaciones sociales, un pago en especie adicional al dinero que sus trabajadores percibían, muy por encima de lo que la ley mexicana obligaba en esa época. Él pensaba que su fortuna personal, una de las más grandes de México y el mundo, se debía a sus trabajadores y que, por lo tanto, les tenía que retribuir en consecuencia. Esta filosofía de reparto social contribuyó a que la ciudad de Monterrey, cuna de este empresario, se convirtiese en la ciudad más industrial del país, condición que persiste hasta la fecha.

Rockefeller, Warren Buffet o el mismo Richard Branson han compartido pensamientos muy similares. Sé que de muchas de estas personas se pueden contar cosas vergonzosas o muy malas, tal vez. No me interesan esas, sólo las buenas. Las cosas malas no me demuestran que sean malos, solo que son humanos y como nunca pensé que fueran extraterrestres, no me sorprenden en lo absoluto.

4. Sométase a un proceso de cambio personal profundo. Comprender muchas de estas ideas es simplemente imposible en nuestra actual forma de pensar.

Nuestras creencias, nuestros valores, nuestras ideas del mundo hacen verdad la famosa frase de Einstein, “No podemos resolver los problemas con la misma mentalidad que los creamos”. Necesitamos reinventarnos a nosotros mismos y, para ello, nada mejor que un buen Coach. Haga que ese Coach rete totalmente sus ideas acerca de cómo funciona el mundo y cambie de mundo, si es necesario.

Sí, ya sé que yo me desempeño como Coach y que esto parece propaganda personal. Pues déjeme decirle que no solo lo parece, lo es. Pero habemos tantos en el mundo que puede usted escoger no contratarme nunca. 

Y con todo, estaré aplicando algo de la moral útil, porque cuando usted use un Coach y logre cambiar y cumplir sus  metas y deseos más fácilmente, usted hablará bien de los coaches y, tendrá que agradecerme que, un día en el pasado de sus éxitos, yo le di la idea.


De nada.

2 comentarios:

  1. Me gusta este "NeuroNews 147" y me hace pensar en lo siguiente:
    Hay ricos ignorantes y hay pobres ignorantes, Porque si el rico fuera consciente de su riqueza ayudaría al pobre; y si el pobre estuviera consciente de su pobreza, se esforzaría por salir de su pobreza.

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  2. Gracias por tu comentario Daniel, Finalmente, todo se reduce a un problema de ausencia de consciencia

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Muchas gracias por tu participación