A esta expresión se la conoce como una presuposición. Como si existiera
alguien no interesado en saber la verdad. Aunque muchos la ocultamos porque es
más dolorosa que vivir en el engaño, resultaría raro y hasta sorprendente que
ante la pregunta anterior, alguien nos contestase “no, prefiero que me
mientas”.
Con todo lo anterior, todavía te pregunto: ¿quieres saber la verdad?
Si es así, continua leyendo. Si no, seguro tienes cosas más importantes que
hacer.
La primera vez que escuché la frase “Conoceréis la verdad, y la verdad os
hará libres” pensé que se refería a
una cierta verdad oculta que cuando la conocemos nos hacemos libres, nos da poder y sabiduría. Que resultaba difícil de conocer pero una vez alcanzada, toda nuestra vida cambiaba.
una cierta verdad oculta que cuando la conocemos nos hacemos libres, nos da poder y sabiduría. Que resultaba difícil de conocer pero una vez alcanzada, toda nuestra vida cambiaba.
Ahora no estoy tan seguro de que esa sea la mejor interpretación. Sin
intentar en lo absoluto escribir algo moralista, existe una interpretación de
la frase que considero más de este mundo, del que vivimos cada día.
Esa interpretación tiene que ver con cómo nos mostramos al mundo, más que
cómo el mundo se muestra a nosotros. Tiene que ver con nuestro manejo de la
realidad, más que cómo la realidad nos maneja a nosotros.
Y todo esto aceptando de antemano que lo que voy a comentar no es, ni de cerca,
“la verdad”.
Pero antes de explicar a qué interpretación de la frase me refiero, me
gustaría compartir una pequeña historia o anécdota personal.
Hace años, en el colegio de mis hijos, fui convocado a una presentación de
la dirección del colegio acerca de la realización de una especie de fiesta, con
el “sano” objetivo de recaudar fondos para la compra de material de
informática.
De hecho, el solo pensar que hacían una fiesta para recaudar
fondos en una escuela privada ya se me hacía revulsivo. Piensa: recaudo dinero
para comprar equipo de informática de los padres de los alumnos, para luego
anunciar la escuela y cobrar lo que cobraba ofreciendo “equipos de informática
nuevos”. Me resultaba perverso en extremo.
Y como si esto resultase insuficiente para retar toda lógica de negocios,
todavía resultó más insultante y divertido escuchar al director pedirnos que
mintiésemos con relación al número de visitantes probables de la mencionada
fiesta. Veamos si consigo explicar el asunto.
Nos convocan a una fiesta (en México se les llama Kermes) para, con lo
recaudado en entradas y gastos de los visitantes, permitir que el colegio
comprase equipo de informática nuevo. Ahora bien, para disminuir o eliminar los
gastos de la organización de la fiesta, el colegio solicitaba la participación
de patrocinadores quienes a cambio de “publicidad”, estarían dispuestos a donar
su tiempo y dinero participando en la organización del evento y no obteniendo
más ganancias que la promoción a los visitantes de su empresa o negocio personal.
Y es aquí donde entra el asunto de la verdad. Insisto, por si fuera poco
pedir a los padres de alumnos que financiasen la comercialización del colegio
para que este siguiese haciendo enormes cantidades de dinero, ahora el director
nos solicitó lo siguiente (reproduzco sus palabras para evitar interpretaciones
erróneas):
“Acuden entre 500 y 700 personas, pero ustedes digan que nos visitan como
3000, para que los patrocinadores se animen”.
Sí, escuchaste bien, nos estaba pidiendo que mintiéramos descaradamente en
aras de, supuestamente, beneficiar a nuestros hijos con mejor equipo de
informática.
Y este señor es el director del colegio donde le están enseñando a mis
hijos a vivir con valores en la sociedad contemporánea.
Pero no te escandalices, porque la mayoría de nosotros estamos dispuestos a
mentir por mucho menos que “equipos de informática nuevos”.
Si he aprendido algo en estos últimos años es que nada justifica la
mentira. Uno se puede equivocar pero mentir es otra cosa. Y para alejarme de la
moral llana, he encontrado 3,5 razones por las que vivir en la verdad no es
extremadamente beneficios y en este mundo, no en otro cuando nos muramos.
Razones que le dan sentido a la frase “conoceréis la verdad, y la verdad os
hará libres”.
Razón 1, realmente es liberador vivir en la verdad. Cuando dices la verdad,
lo que realmente sientes o sabes, te liberas de seguir viviendo en una mentira
a cubrir y proteger. Se utiliza una gran cantidad de energía y recursos para
mantener viva una mentira y, como saben bien los mentirosos, tarde o temprano,
caes. Y con frecuencia, una de estas caídas trastorna irremediablemente cosas o
personas que valorábamos, y mucho.
Por sentido común, no me refiero a decirle feo o fea a alguien que así nos
lo parece, porque para empezar, feo o fea es tremendamente subjetivo y de
cualquier forma es mentira. Si alguien te pregunta por la belleza de otra
persona, es adecuado expresar tu sentido del gusto, pero es inadecuado expresar
cualquier adjetivo calificativo. Mentir es, a todas luces, una tontería.
Mi primera confrontación con la verdad vino a los 10 o 11 años de vida. Nos
habían pasado las preguntas del examen de matemáticas y, al conocerlas, casi
todos pudimos obtener buenísimas calificaciones. Al verlas, el profesor nos
confrontó en clase diciendo que tenía una sospecha fundada de que habíamos
hecho trampa, que no se creía que casi todos éramos tan duchos en matemáticas,
lo que era cierto indudablemente. Debo decir que mi calificación fue la
correcta, porque a pesar de que tenía las preguntas como todos los demás, no
las necesitaba para sacar buenas notas.
El profesor, entonces, amenazó con suspendernos a todos y repetir el
examen, a menos de que le dijésemos la verdad, en cuyo caso, solo repetiría el
examen. Evalué las consecuencias y decidí, en ese momento, que la mejor opción
era repetir el examen pero sin suspender previamente, así que me acerqué al
profe y le conté la verdad.
El profesor hizo honor a su palabra y sólo repitió el examen. Con lo que yo
no contaba era con que buscaría a los autores de compartir las preguntas y
hacerlas públicas, cosa que hizo con saña, debo decir. Una vez identificados
los mismos, fueron suspendidos sin opción a examen y casi expulsados del
colegio, lo que me ganó enemigos casi para toda la primaria.
Yo repetí el examen y saqué, lo recuerdo bien, 9,5. Pero nunca me quité de
encima la sospecha de que mi calificación se debía más a mi condición de
“chivato” o delator, que a mis habilidades matemáticas.
La segunda vez de confrontación con la verdad también fue en el colegio, un
poco mayor. Afortunadamente, esta vez la confesión de culpa solo me involucraba
a mí mismo, por lo que fue ligeramente más fácil. El resultado fue
extraordinario: me liberaron del castigo por mi honestidad.
En ambas ocasiones, al decir la verdad, sentí una indescriptible sensación
de libertad.
Razón 2, la mentira debilita, y no es metáfora, lo hace físicamente.
Existen pruebas científicas que demuestran que las personas, al mentir, son
físicamente más débiles que cuando dicen la verdad. Prueba a sostener el brazo
derecho en alto mientras alguien trata de bajarlo con fuerza, al mismo tiempo
que dices algo falso, algo que tú sabes que es falso. Repítelo diciendo algo
que tú sabes que es cierto. Comprobarás que cuando dices algo falso, no puedes
sostener el brazo en alto resistiendo la fuerza que haga la otra persona hacia
abajo, mientras que cuando dices algo cierto, tu capacidad de resistencia se
eleva sorprendentemente.
Razón 3, la Ley de la Atracción. Esta ley sostiene que nuestras experiencias
de vida son atraídas por nuestros pensamientos consistentes. Si nuestros
pensamientos están sistemáticamente en lo negativo, atraeremos lo negativo. Si
están en lo positivo, esto será lo que atraeremos.
Ya sea que creas o no en
esta ley, mi experiencia me ha mostrado que a los mentirosos se les miente más.
Por congruencia personal, si no te gusta que te mientan, no mientas.
En mi
trato con personas, ya sean clientes o cercanos, mi experiencia es que la
verdad atrae a la verdad. Difícilmente encuentro alguien que me mienta y, si lo
hacen, solo tengo que mirarle a los ojos para descubrirlo inmediatamente.
Razón 3,5, la honestidad brutal genera beneficios económicos. Pregúntale al
Dr. House o simplemente piensa en cuánta gente tiene realmente beneficios de
largo plazo mintiendo. Seguro estás familiarizado o conoces el caso de
Francisco Nicolás, el chico español de 21 años que hizo creer a media España
que tenía sangre real en las venas y, en base a sus habilidades sociales
ciertamente elevadas, consiguió ser recibido con pompa y circunstancia en
múltiples eventos de alta sociedad. No solamente esto, consiguió sacar
importantes sumas de dinero a los engañados, lo que en última instancia lo
llevó a la cárcel.
Cuando en nuestro negocio mentimos, solo evidenciamos nuestros miedos.
Cuando le mentimos al cliente estamos diciéndole al mundo que no me merezco
tener éxito, que lo que hago es tan malo que tengo que mentir. Creo firmemente
que haciendo lo que uno hace, existe suficiente mercado en el mundo como para tener
lo que necesites, y solo diciendo la verdad.
Un caso así hace gracia, y hasta cuenta con cierta simpatía popular. Dados
los resabios de la aristocracia pasada, y no tan pasada, que impedía que
cualquier ser humano se mezclase con los privilegiados sociales, alguien que se
salta todas esas barreras está llamado a gozar de la simpatía de los demás.
Así que, si quieres saber la verdad, mi interpretación de la frase
“conoceréis la verdad…” es que conocer la verdad es vivir en la verdad.
Antes de decir adiós, quisiera me dijeses con honestidad si te gustó este
artículo y, más importante todavía, si te vas a conducir con la verdad, toda la
verdad y nada más que la verdad de aquí en adelante.
Cuando contestes, deja que te vea a los ojos y sabré, sin lugar a dudas, si
estás o no diciendo la verdad.
Francisco Cáceres Senn
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