El año pasado se constituyó la Asociación Internacional de Neuromanagement
y uno de sus motivos de formación más importantes era el de ayudar a la
disminución de la desigualdad en el mundo. ¿Cómo?
Ayudando a las empresas pequeñas, medianas, micros, a gestionar su
operación de manera tan eficiente que esto disminuyese la brecha entre estas y
las grandes empresas. Y esto sigue siendo lo que nos anima cada día en esa
Asociación.
No quiero confundir a nadie: en mi opinión, la brecha entre ricos y pobres,
cada vez más grande, es
responsabilidad de ambos. Muchos gobiernos, o
candidatos a gobiernos, populistas tratan de usar esta brecha para ganar votos,
prometiendo cosas imposibles de cumplir.
Las estadísticas no mienten y, a pesar del aumento sostenido de propuestas
de gobierno tipo Robin Hood, la diferencia en ingresos entre los ricos y los
pobres del mundo es prácticamente inmanejable, con un incremento también
sostenido de la mencionada brecha durante los últimos 40 años.
Veamos. Según estadísticas del US Bureau of Labor Statistics las percepciones promedio reales de la mayoría de los
trabajadores norteamericanos se han incrementado o poco o nada desde 1970,
mientras que las del 1% mejor pagado del país, han subido 165% en el mismo
tiempo. Y es más, hay un 0.1% de personas, los mejores pagados de todos, que
ganan hoy 362% más que en 1970. (Paul Krugman llama a estos ingresos
“Supersalarios”. Capital in the 21st Century por
Thomas Piketty).
En lo que tampoco coincidiré de ninguna manera es que el reparto de riqueza
en el mundo, la disminución de la desigualdad, se debe de hacer poniendo más
impuestos a las grandes fortunas, por ejemplo, o de cualquier otra forma
forzada, obligada. En mi opinión, disminuir la desigualdad, o, mejor expresado,
igualar el ingreso y condiciones de vida, es cuestión de los individuos, no de
los gobiernos. Todos aquellos que sienten malestar porque otras personas ganan
mucho, según ellos, de manera injustificada, demuestran una gran dosis de
envidia.
Un reciente artículo que estudiaba la semana pasada, del filósofo de
Harvard T.S. Scanlon, establecía cuatro razones lógicas por las que reducir
esta brecha era adecuado para el mundo. A las lógicas, las que manda la razón,
usted le puede añadir las morales, pero es muy probable que yo personalmente no
coincida con estas últimas.
Estas cuatro razones lógicas son:
1. Las
diferencias económicas le otorgan a los más ricos un desproporcionado e
inaceptable control sobre las decisiones y vidas de los de menos ingresos.
Es perfectamente argumentable que, a pesar de este control, cualquier
persona tiene en su poder la capacidad de cumplir sus sueños y deseos, contra
todos los obstáculos. Existen numerosas historias de personas que lo han
logrado en circunstancias verdaderamente desafortunadas, que han derrotado al
establishment como David venció a Goliath.
Y por otro lado y al mismo tiempo, conozco muchas otras historias de
personas que han terminado derrotadas por el sistema. Empezaron con toda la
ilusión y optimismo posible y el sistema, por así decirlo, fue más fuerte que
ellos. De estos últimos no se escriben libros, pero también existen y son la
mayoría. Y tampoco me malentienda, no soy uno de esos convenientemente modernos
“antisistemas”.
2. La
desigualdad económica puede provocar o generar desigualdad en la representación
política de las necesidades de los ciudadanos.
Para nadie es un secreto que los legisladores de muchísimos países no
trabajan para quienes los eligieron, sino para quienes les financiaron la
elección, que no son los mismos.
3. La
desigualdad económica pervierte el mismo sistema económico y perpetua la
desigualdad.
No es imposible, desde luego, pero es muy probable que las
oportunidades no se presenten igual para los más ricos que para los más pobres,
lo que contribuye a una mayor desigualdad.
Lo mismo podemos decir de la educación, en una sociedad en la que los más
ricos tienen acceso a la mejor preparación académica y mental, lo que hace que
sean más aptos para aprovechar las mejores oportunidades. De nuevo, hay
excepciones, pero no se trata de que unos pocos lo logren, sino que lo logre el
promedio de las personas que realmente quieren.
Y de nuevo, la igualdad de oportunidades se debe de crear, no imponer. En
Europa se otorgan una gran cantidad de subvenciones que poco o nada hacen por
igualar las oportunidades. Los aparatos administrativos que se usan para
verificar la correcta aplicación de este dinero público es, a menudo, mucha
mayor y costosa que los beneficios de la ayuda prestada.
4. Parece que el
reparto económico de hoy en día no representa un reparto justo con los
trabajadores que forman parte del esquema productivo y de creación de riqueza
de un país.
¿Qué es justo? No sé, y desde luego es muy argumentable. Una definición de
justicia, que puede o no compartir, que me resulta interesante es la del
filósofo John Rawls, escrita en 1958:
“Sólo es tolerable la inequidad si y solo si permite la ventaja de los más
desposeídos”, porque como decía Stuart Wilde, un escritor humorista y filósofo
británico, en su conferencia The Mastery of Money, “Estás en un juego que no
puedes ganar” (https://www.youtube.com/watch?v=A0bkREYS4VY)
Lo cierto es que las personas que colaboran en la producción de un bien o
riqueza, deben por lógica, participar de la misma de una forma justa y, dadas
las diferencias enormes de salarios mínimos entre los países, parece
ciertamente que hay mucho trabajo que hacer en este sentido.
Pero, como seguramente está ya pensando y sabe, yo no soy economista ni
entiendo mucho de estos temas, desde un punto de vista técnico, claro está.
Sólo contribuyo con mi pequeño grano de arena a reducir la desigualdad, o a
incrementar la igualdad, mejor expresado como trataré de hacerle ver en unos
instantes.
Pienso, sin lugar a dudas para mí, que el aumento de la igualdad empieza en
la educación y el crecimiento personal. Estos son, para mí, los 4 aspectos o
puntos que contribuirán enormemente a aumentar la igualdad.
1. Como decía
anteriormente, la educación y el crecimiento personal es el principal promotor
de la igualdad. Si conocemos la información adecuada podemos aumentar nuestro
poder personal significativamente. Por ejemplo, si supiéramos que no es lo
mismo “reducir la desigualdad” que “aumentar la igualdad”, las cosas cambiarían
mucho.
Alguien que dice “aumentar la igualdad” sabe que nuestro inconsciente no
piensa en negativos. Sabe que si hablamos de desigualdad aumentamos nuestro
enfoque hacia este concepto o situación y al aumentarlo, no hacemos más que
reforzarlo. De igual manera que “la lucha contra las drogas” no hace más que
incrementar el consumo de las mismas. Como decía la Madre Teresa, ”No me
inviten a una marcha contra la guerra. El día que me inviten a una marcha a
favor de la paz, cuenten conmigo” (palabras más, palabras menos).
Tecnologías de crecimiento personal como la PNL nos permiten dominar, sin
antecedentes académicos requeridos y a cualquier persona, técnicas de control y
dominio personal y emocional que resultan invaluables para lograr transformar
nuestras aspiraciones más profundas en realidades tangibles. Y en un tiempo
asombrosamente corto.
Vivimos en la época del dominio personal, Inteligencia Emocional, PNL,
Psicología positiva, etc. Estas disciplinas están al alcance de todos,
aprovéchese de ello
2. Conócete a ti
mismo. Si uno sabe lo que uno tiene y puede, entonces la igualdad se nos hace
mucho más presente en nuestras vidas. No solo la educación en nuevas
tecnologías mentales sino la comprensión espiritual de nuestra existencia, nos
dará un desarrollo inigualable en esta búsqueda por la igualdad formal.
Los psicólogos lo llaman “autoestima” y es que la autoestima nace de
conocernos mejor. Al darnos cuenta de nuestras potencialidades y capacidades no
podemos más que sentirnos agraciados con la vida, el Universo y cualquier otra
cosa que se le ocurra, además de que nos daremos cuenta de que estamos más que
equipados para la gloria. Conozca cómo funciona su cerebro y sabrá que está
sobrado de capacidad para cualquier cosa que se le ocurra.
3. Desarrolle un
sentido de la moral útil. Yo llamo moral útil a la que me sirve para mis
propósitos y, además, resulta en un bien común.
Conceptos como “la economía del bien social” desarrollado por el economista
austriaco Christian Felber, son cada día más estudiadas y aceptadas. En este
tipo de teorías no se promueve el altruismo como una forma de sentirse bien,
sino como una manera de autobeneficio.
Estos conceptos de moral útil no violan los principios de libertad
económica ni los de los conceptos del bien y del mal universalmente aceptados.
Por ejemplo, que un empresario sea avaricioso y quiera acumular mucha más
riqueza de la que necesita no está ni bien ni mal, mientras no viole la ley en
su búsqueda personal. Si un político o funcionario público se quiere dar el
lujo de la codicia o avaricia, entonces estará mal por definición, porque de
manera inevitable, terminará violando la ley.
El altruismo voluntario es necesario para el mundo y para el propio
beneficio de los altruistas. Henry Ford, al aumentar al doble las percepciones
de los obreros de principios del siglo XX, se benefició a sí mismo y a toda la
industria.
En México, el mítico empresario Eugenio Garza Sada, también a principios
del siglo XX, fue un pionero de las prestaciones sociales, un pago en especie
adicional al dinero que sus trabajadores percibían, muy por encima de lo que la
ley mexicana obligaba en esa época. Él pensaba que su fortuna personal, una de
las más grandes de México y el mundo, se debía a sus trabajadores y que, por lo
tanto, les tenía que retribuir en consecuencia. Esta filosofía de reparto
social contribuyó a que la ciudad de Monterrey, cuna de este empresario, se
convirtiese en la ciudad más industrial del país, condición que persiste hasta
la fecha.
Rockefeller, Warren Buffet o el mismo Richard Branson han compartido
pensamientos muy similares. Sé que de muchas de estas personas se pueden contar
cosas vergonzosas o muy malas, tal vez. No me interesan esas, sólo las buenas.
Las cosas malas no me demuestran que sean malos, solo que son humanos y como nunca
pensé que fueran extraterrestres, no me sorprenden en lo absoluto.
4. Sométase a un
proceso de cambio personal profundo. Comprender muchas de estas ideas es
simplemente imposible en nuestra actual forma de pensar.
Nuestras creencias, nuestros valores, nuestras ideas del mundo hacen verdad
la famosa frase de Einstein, “No podemos resolver los problemas con la misma
mentalidad que los creamos”. Necesitamos reinventarnos a nosotros mismos y,
para ello, nada mejor que un buen Coach. Haga que ese Coach rete totalmente sus
ideas acerca de cómo funciona el mundo y cambie de mundo, si es necesario.
Sí, ya sé que yo me desempeño como Coach y que esto parece propaganda
personal. Pues déjeme decirle que no solo lo parece, lo es. Pero habemos tantos
en el mundo que puede usted escoger no contratarme nunca.
Y con todo, estaré
aplicando algo de la moral útil, porque cuando usted use un Coach y logre
cambiar y cumplir sus metas y deseos más
fácilmente, usted hablará bien de los coaches y, tendrá que agradecerme que, un
día en el pasado de sus éxitos, yo le di la idea.
De nada.
Me gusta este "NeuroNews 147" y me hace pensar en lo siguiente:
ResponderEliminarHay ricos ignorantes y hay pobres ignorantes, Porque si el rico fuera consciente de su riqueza ayudaría al pobre; y si el pobre estuviera consciente de su pobreza, se esforzaría por salir de su pobreza.
Gracias por tu comentario Daniel, Finalmente, todo se reduce a un problema de ausencia de consciencia
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