“Muere lentamente
quien no cambia de vida cuando está insatisfecho con su trabajo o su amor,
Quien no arriesga lo seguro por lo incierto
para ir detrás de un sueño,
quien no se permite al menos una vez en la vida huir de los consejos sensatos…”, Pablo Neruda.
Quien no arriesga lo seguro por lo incierto
para ir detrás de un sueño,
quien no se permite al menos una vez en la vida huir de los consejos sensatos…”, Pablo Neruda.
Si hay
algo permanente en el mundo, es el cambio. Todo parece mantenerse igual pero en
realidad, a veces profundamente, nada permanece igual al transcurrir del
tiempo. De hecho, sabemos que el tiempo existe porque hay cambio a nuestro
alrededor.
Cuando
estudiaba PNL con Richard Bandler allá por 1994 nos expresaba enfáticamente que
lo que la gente más desea en el mundo es el cambio. He descubierto que en
efecto, la gente desea el cambio, pero no lo busca. Es decir, sus acciones no
van a representar ningún cambio en sus vidas, no importa qué tan
insistentemente digan que lo desean.
A nivel
sociedad, más allá de lo individual, se nos ofrece y promete “cambio” como una
herramienta para obtener nuestros votos. No importa la bandera, todos basan sus
propuestas en un cambio prometido, normalmente imposible de cumplir, unas veces
más que otras.
Y es
imposible porque no está fundamentado en la naturaleza del cambio ni de la
creación de aquello que llamamos vida. Se trata de una promesa de cambio basada
en algo exterior, en lugar del verdadero cambio que siempre ha sido, es y será,
interior. Cambiar de partido en el poder es fácil, al igual que lo es cambiar
de marido o de marca de cereales. En realidad sería más fácil cambiarnos a
nosotros mismos, pero sin duda requiere de más esfuerzo.
En mi
trabajo de 30 años como consultor de empresas encuentro situaciones similares
con los procesos de cambio individuales. Se habla de cambio pero no se actúa el
cambio. O se hacen cosas que parecen cambio pero que van a dar los mismos
resultados de siempre, porque en realidad, no se ha efectuado ningún cambio
fundamental.
Y lo que
ocurre es que pocos saben contestar la pregunta “¿Qué es cambio en realidad?,
¿Qué es cambiar?”.
Le voy a decir lo que yo pienso es lo más importante de saber para dominar el cambio. Lo más importante es que...
Lejos de pensar que el
cambio es un proceso personal e inexplicable, inentendible e indescriptible por lo subjetivo (recordemos
a San Pablo), muy al contrario, el cambio es perfectamente dominable,
describible y tangible, reflejable en conductas y resultados diferentes a nivel
personal y en resultados financieros a nivel empresarial.
En realidad, parece que
el cambio fundamental se dificulta por una serie de interpretaciones o
creencias incorrectas acerca del cambio que he identificado en las siguientes
ocho. Vea si alguna le aplica y si puede modificarlas para hacer del cambio una
constante en su vida personal o empresarial, si es el caso.
Paradigma 1: Nuestra
infancia nos determina y afecta y esta afectación es normalmente para
siempre.
El inocente de Freud no sabía,
probablemente, el impacto profundo que tendrían en la humanidad occidental sus
interpretaciones acerca del inconsciente y de los traumas de la infancia. Sin
negar que los eventos de nuestra infancia nos marcan, resulta absurdo pensar
que no existe manera de superarlos o, en todo caso, que las maneras que hay de
hacerlo son extremadamente difíciles.
Nada más lejos de la
realidad. Nuestro conocimiento actual de cómo los seres humanos nos
representamos la realidad nos permite fácilmente superar cualquier trauma de
nuestra primera infancia y todos, en mayor o menor medida, tenemos traumas.
Como dice Robert Dilts, solamente Tarzán no tenía traumas porque no tenía
padres humanos y los sustitutos animales jamás quisieron construir en él a “un
hombre de bien”.
Paradigma 2: Cambiar de
adulto es ya casi imposible. Cuanto más tiempo llevamos haciendo algo más
tardamos en cambiarlo. Absurdo.
No importa cuánto tiempo
tenga de hacer algo cambiarlo es cuestión de técnica o estrategia correcta.
Estudios de conducta humana revelan que son suficientes entre 20 y 30 días para
lograr cualquier cambio de hábitos en la conducta, sin importar la edad de los
sujetos deseosos de cambiar.
Paradigma 3: Cambiar
profundamente lleva mucho tiempo y requiere de mucha paciencia y persistencia. Puede. De hecho, la experiencia personal
parece mostrarnos que esto no es un simple paradigma sino una realidad.
Las empresas por ejemplo,
piensan sistemáticamente que el cambio lleva tiempo. Y lo lleva, sobre todo si
la técnica de cambio es la incorrecta. Personalmente he llevado a la práctica
en múltiples ocasiones programas de cambio en empresas verdaderamente rápidos y
efectivos, lo que indica que sí son posibles. No es mérito mío, sino de los
involucrados que creyeron que el cambio era necesario y posible.
A nivel personal también
conozco técnicas para lograr un cambio en cuestión de minutos y no me refiero a
un cambio aparente si no profundo y para siempre. Si le es difícil de creer ya
tiene una explicación bastante precisa de por qué no cambia.
Paradigma 4: En todo
caso, lo que se puede conseguir rápidamente son cambios superficiales pero no
profundos. Error.
El cambio superficial no es cambio, es engaño o auto engaño,
como diría Goleman.
De nuevo, los cambios
profundos y permanentes requieren de técnicas eficaces y residen
fundamentalmente en la creencia de que este cambio, el profundo y permanente,
es posible. De hecho, el error más común que viven muchas empresas y personas
es el de confundir un cambio superficial con un cambio profundo. Piensan que
cambiando su vestuario o su saludo, o instalando un nuevo ERP en la empresa, el
cambio de resultados se va a dar en automático.
Es cuestión de tiempo el
darnos cuenta de que todo intento superficial solo conduce al mismo sitio en el
que nos encontrábamos antes de hacer el cambio. En esta categoría de cambios
superficiales se encuentran los cambios de pareja, de trabajo, de programas de
informática, de empleados, de perfume, etc. No que no se pueda cambiar ninguna
de las anteriores cosas, nada más lejos de la realidad. Pero cambiarlas es
siempre una consecuencia de un cambio profundo previo.
Además, es necesario
definir el cambio. Hoy en día, los expertos en conducta humana sabemos con
precisión qué cambiar y cómo cambiarlo para generar cambios profundos y permanentes.
No se equivoque,
resultados diferentes requerirán ineludiblemente de cambios profundos. Si
pretende haber realizado un cambio pero sus resultados siguen siendo los
mismos, sin lugar a dudas sepa que solo ha realizado un cambio superficial e
intranscendente.
Paradigma 5: No todos
pueden cambiar, no todos tienen la oportunidad o las circunstancias.
También muy común, este
paradigma no alcanza a entender que los seres humanos, todos, operamos con el
mismo sistema operativo, nuestro cerebro.
Ciertamente no cualquier persona conoce los fundamentos del cambio ni
domina las técnicas precisas, pero aún sin ellas, cualquier persona con
suficiente motivación cambiará sin duda, lo que nos lleva al paradigma
siguiente.
Paradigma 6: querer
cambiar no es suficiente. Cuando Richard y John crearon la PNL le pusieron una
infraestructura conceptual poderosa, robusta y novedosa. Le llamaron “Las
presuposiciones de la PNL” y una de ellas la enunciaron así: “Cambiar no es
cuestión de capacidad sino de motivación”.
Comprobaron que la gente
no cambia porque puede, sino porque quiere y está suficientemente motivada. Si
usted no tiene suficientes motivos para cambiar pídalos prestados, invénteselos
o fabríquelos. Si no lo logra, jamás cambiará. Como tampoco lo hará ninguna
empresa.
No es necesario llegar al
“umbral emocional”, un estado en el que cambiar es consecuencia de nuestras
experiencias negativas o lo que Eckhart Tollé llama “el camino de la cruz”, es
decir, llegar a un punto de no aguantar más o, en el caso de una empresa, una
situación de pérdidas económicas insostenible. Por supuesto que estas
situaciones provocan un cambio pero no es necesario llegar a estos extremos,
los que normalmente, implican ya pérdidas irrecuperables.
La motivación al cambio
se provoca, se fabrica, se genera artificialmente si es necesario. Esta es una
de las diferencias notables entre los que hablan del cambio pero no saben
hacerlo y los que lo dominan y lo detonan.
Paradigma 7: El cambio
duele inevitablemente.
Probablemente el más absurdo
e ilógico de los paradigmas. Nadie cambia sin disfrutarlo o, por lo menos,
nadie cambia sin que el cambio sea menos doloroso que quedarse como está. Si
usted quiere dominar el cambio aprenda a disfrutarlo. Sumérjase en lo
maravillosos de la inseguridad y de lo desconocido, de lo nuevo y de lo
retador. Sepa profundamente que, haga lo que haga, la naturaleza conspirará a
su favor, siempre y cuando sea firme en su propósito y sepa lo que quiere.
Paradigma 8: Si las cosas
van bien, hay que mantenerlas como están y no cambiar nada.
Si usted piensa así
entonces tengo que decirle que no tiene idea de porqué las cosas van bien y
tiene más miedo que una gallina en medio de una manada de zorros. Pero, ¡un
momento! Si las cosas van bien, ¿para qué cambiar?
Hombre, muy fácil. Lo voy
a poner en mayúsculas para darme a entender: PARA QUE VAYAN MEJOR. Y, ¿para qué
queremos que vayan mejor? Pues también muy fácil. Porque en la naturaleza nada
permanece constante y lo que no mejora, empeora. Por sí solo. Ya sé que es difícil
de creer pero qué quiere que le diga. No lo discuta conmigo sino con Ludwig
Boltzmann y su ley de la entropía que dice que los sistemas aislados de manera
natural tienden al desorden, se transforman, cambian.
En resumen le diré que,
después de muchos viajes y personas entrenadas en mi vida, he llegado a la
conclusión que hoy, más que nunca, debemos de cambiar como personas, como
individuos, como sociedad. No me importa el país, debemos de cambiar, y
profundamente. Hablamos de los políticos corruptos y no caemos en la cuenta de
que por cada político que pide dinero hay un no político que se lo da. NO nos
damos cuenta de que después de vivir 20 ó 30 ó 40 años de nuestra vida viviendo
como si el dinero fuera escaso este, finalmente, lo es. Que comprar barato o
ahorrar no hace rica al 90% de la población que así vive, comprando barato y
ahorrando.
Tenemos que darnos cuenta
de que el cambio no está afuera, en el partido político que lo promete, en un nuevo país, en un nuevo
mundo. El cambio está dentro y siempre ha estado dentro de usted, de mí. Y
ahora que aprenda qué cambiar y cómo cambiar, dejará de morir lentamente, y el
poema de Pablo Neruda será solamente eso, un poema, y no una descripción de
nuestra vida.
Piense en ello.
Francisco Cáceres Senn
Excelente palabras Francisco, evolucionar es la naturaleza del ser humano y del Universo. El aprendizaje siempre continuará...Renovar o morir, yo prefiero renovar.
ResponderEliminarSaludos y gracias por tu enseñanza.