viernes, 14 de noviembre de 2014

Cambiar o morir, ese es el dilema

Muere lentamente quien no cambia de vida cuando está insatisfecho con su trabajo o su amor,
Quien no arriesga lo seguro por lo incierto
para ir detrás de un sueño,
quien no se permite al menos una vez en la vida huir de los consejos sensatos…
”, Pablo Neruda.

Si hay algo permanente en el mundo, es el cambio. Todo parece mantenerse igual pero en realidad, a veces profundamente, nada permanece igual al transcurrir del tiempo. De hecho, sabemos que el tiempo existe porque hay cambio a nuestro alrededor.

Cuando estudiaba PNL con Richard Bandler allá por 1994 nos expresaba enfáticamente que lo que la gente más desea en el mundo es el cambio. He descubierto que en efecto, la gente desea el cambio, pero no lo busca. Es decir, sus acciones no van a representar ningún cambio en sus vidas, no importa qué tan insistentemente digan que lo desean.

A nivel sociedad, más allá de lo individual, se nos ofrece y promete “cambio” como una herramienta para obtener nuestros votos. No importa la bandera, todos basan sus propuestas en un cambio prometido, normalmente imposible de cumplir, unas veces más que otras.

Y es imposible porque no está fundamentado en la naturaleza del cambio ni de la creación de aquello que llamamos vida. Se trata de una promesa de cambio basada en algo exterior, en lugar del verdadero cambio que siempre ha sido, es y será, interior. Cambiar de partido en el poder es fácil, al igual que lo es cambiar de marido o de marca de cereales. En realidad sería más fácil cambiarnos a nosotros mismos, pero sin duda requiere de más esfuerzo.

En mi trabajo de 30 años como consultor de empresas encuentro situaciones similares con los procesos de cambio individuales. Se habla de cambio pero no se actúa el cambio. O se hacen cosas que parecen cambio pero que van a dar los mismos resultados de siempre, porque en realidad, no se ha efectuado ningún cambio fundamental.

Y lo que ocurre es que pocos saben contestar la pregunta “¿Qué es cambio en realidad?, ¿Qué es cambiar?”.

Le voy a decir lo que yo pienso es lo más importante de saber para dominar el cambio. Lo más importante es que...


Lejos de pensar que el cambio es un proceso personal e inexplicable, inentendible  e indescriptible por lo subjetivo (recordemos a San Pablo), muy al contrario, el cambio es perfectamente dominable, describible y tangible, reflejable en conductas y resultados diferentes a nivel personal y en resultados financieros a nivel empresarial.

En realidad, parece que el cambio fundamental se dificulta por una serie de interpretaciones o creencias incorrectas acerca del cambio que he identificado en las siguientes ocho. Vea si alguna le aplica y si puede modificarlas para hacer del cambio una constante en su vida personal o empresarial, si es el caso.

Paradigma 1: Nuestra infancia nos determina y afecta y esta afectación es normalmente para siempre.  

El inocente de Freud no sabía, probablemente, el impacto profundo que tendrían en la humanidad occidental sus interpretaciones acerca del inconsciente y de los traumas de la infancia. Sin negar que los eventos de nuestra infancia nos marcan, resulta absurdo pensar que no existe manera de superarlos o, en todo caso, que las maneras que hay de hacerlo son extremadamente difíciles.

Nada más lejos de la realidad. Nuestro conocimiento actual de cómo los seres humanos nos representamos la realidad nos permite fácilmente superar cualquier trauma de nuestra primera infancia y todos, en mayor o menor medida, tenemos traumas. Como dice Robert Dilts, solamente Tarzán no tenía traumas porque no tenía padres humanos y los sustitutos animales jamás quisieron construir en él a “un hombre de bien”.

Paradigma 2: Cambiar de adulto es ya casi imposible. Cuanto más tiempo llevamos haciendo algo más tardamos en cambiarlo. Absurdo.

No importa cuánto tiempo tenga de hacer algo cambiarlo es cuestión de técnica o estrategia correcta. Estudios de conducta humana revelan que son suficientes entre 20 y 30 días para lograr cualquier cambio de hábitos en la conducta, sin importar la edad de los sujetos deseosos de cambiar.

Paradigma 3: Cambiar profundamente lleva mucho tiempo y requiere de mucha paciencia y persistencia.  Puede. De hecho, la experiencia personal parece mostrarnos que esto no es un simple paradigma sino una realidad.

Las empresas por ejemplo, piensan sistemáticamente que el cambio lleva tiempo. Y lo lleva, sobre todo si la técnica de cambio es la incorrecta. Personalmente he llevado a la práctica en múltiples ocasiones programas de cambio en empresas verdaderamente rápidos y efectivos, lo que indica que sí son posibles. No es mérito mío, sino de los involucrados que creyeron que el cambio era necesario y posible.

A nivel personal también conozco técnicas para lograr un cambio en cuestión de minutos y no me refiero a un cambio aparente si no profundo y para siempre. Si le es difícil de creer ya tiene una explicación bastante precisa de por qué no cambia.

Paradigma 4: En todo caso, lo que se puede conseguir rápidamente son cambios superficiales pero no profundos. Error. 

El cambio superficial no es cambio, es engaño o auto engaño, como diría Goleman.

De nuevo, los cambios profundos y permanentes requieren de técnicas eficaces y residen fundamentalmente en la creencia de que este cambio, el profundo y permanente, es posible. De hecho, el error más común que viven muchas empresas y personas es el de confundir un cambio superficial con un cambio profundo. Piensan que cambiando su vestuario o su saludo, o instalando un nuevo ERP en la empresa, el cambio de resultados se va a dar en automático.

Es cuestión de tiempo el darnos cuenta de que todo intento superficial solo conduce al mismo sitio en el que nos encontrábamos antes de hacer el cambio. En esta categoría de cambios superficiales se encuentran los cambios de pareja, de trabajo, de programas de informática, de empleados, de perfume, etc. No que no se pueda cambiar ninguna de las anteriores cosas, nada más lejos de la realidad. Pero cambiarlas es siempre una consecuencia de un cambio profundo previo.

Además, es necesario definir el cambio. Hoy en día, los expertos en conducta humana sabemos con precisión qué cambiar y cómo cambiarlo para generar cambios profundos y permanentes.

No se equivoque, resultados diferentes requerirán ineludiblemente de cambios profundos. Si pretende haber realizado un cambio pero sus resultados siguen siendo los mismos, sin lugar a dudas sepa que solo ha realizado un cambio superficial e intranscendente.

Paradigma 5: No todos pueden cambiar, no todos tienen la oportunidad o las circunstancias.

También muy común, este paradigma no alcanza a entender que los seres humanos, todos, operamos con el mismo sistema operativo, nuestro cerebro.  Ciertamente no cualquier persona conoce los fundamentos del cambio ni domina las técnicas precisas, pero aún sin ellas, cualquier persona con suficiente motivación cambiará sin duda, lo que nos lleva al paradigma siguiente.

Paradigma 6: querer cambiar no es suficiente. Cuando Richard y John crearon la PNL le pusieron una infraestructura conceptual poderosa, robusta y novedosa. Le llamaron “Las presuposiciones de la PNL” y una de ellas la enunciaron así: “Cambiar no es cuestión de capacidad sino de motivación”.

Comprobaron que la gente no cambia porque puede, sino porque quiere y está suficientemente motivada. Si usted no tiene suficientes motivos para cambiar pídalos prestados, invénteselos o fabríquelos. Si no lo logra, jamás cambiará. Como tampoco lo hará ninguna empresa.

No es necesario llegar al “umbral emocional”, un estado en el que cambiar es consecuencia de nuestras experiencias negativas o lo que Eckhart Tollé llama “el camino de la cruz”, es decir, llegar a un punto de no aguantar más o, en el caso de una empresa, una situación de pérdidas económicas insostenible. Por supuesto que estas situaciones provocan un cambio pero no es necesario llegar a estos extremos, los que normalmente, implican ya pérdidas irrecuperables.

La motivación al cambio se provoca, se fabrica, se genera artificialmente si es necesario. Esta es una de las diferencias notables entre los que hablan del cambio pero no saben hacerlo y los que lo dominan y lo detonan.

Paradigma 7: El cambio duele inevitablemente.

Probablemente el más absurdo e ilógico de los paradigmas. Nadie cambia sin disfrutarlo o, por lo menos, nadie cambia sin que el cambio sea menos doloroso que quedarse como está. Si usted quiere dominar el cambio aprenda a disfrutarlo. Sumérjase en lo maravillosos de la inseguridad y de lo desconocido, de lo nuevo y de lo retador. Sepa profundamente que, haga lo que haga, la naturaleza conspirará a su favor, siempre y cuando sea firme en su propósito y sepa lo que quiere.

Paradigma 8: Si las cosas van bien, hay que mantenerlas como están y no cambiar nada.

Si usted piensa así entonces tengo que decirle que no tiene idea de porqué las cosas van bien y tiene más miedo que una gallina en medio de una manada de zorros. Pero, ¡un momento! Si las cosas van bien, ¿para qué cambiar?

Hombre, muy fácil. Lo voy a poner en mayúsculas para darme a entender: PARA QUE VAYAN MEJOR. Y, ¿para qué queremos que vayan mejor? Pues también muy fácil. Porque en la naturaleza nada permanece constante y lo que no mejora, empeora. Por sí solo. Ya sé que es difícil de creer pero qué quiere que le diga. No lo discuta conmigo sino con Ludwig Boltzmann y su ley de la entropía que dice que los sistemas aislados de manera natural tienden al desorden, se transforman, cambian.

En resumen le diré que, después de muchos viajes y personas entrenadas en mi vida, he llegado a la conclusión que hoy, más que nunca, debemos de cambiar como personas, como individuos, como sociedad. No me importa el país, debemos de cambiar, y profundamente. Hablamos de los políticos corruptos y no caemos en la cuenta de que por cada político que pide dinero hay un no político que se lo da. NO nos damos cuenta de que después de vivir 20 ó 30 ó 40 años de nuestra vida viviendo como si el dinero fuera escaso este, finalmente, lo es. Que comprar barato o ahorrar no hace rica al 90% de la población que así vive, comprando barato y ahorrando.

Tenemos que darnos cuenta de que el cambio no está afuera, en el partido político que  lo promete, en un nuevo país, en un nuevo mundo. El cambio está dentro y siempre ha estado dentro de usted, de mí. Y ahora que aprenda qué cambiar y cómo cambiar, dejará de morir lentamente, y el poema de Pablo Neruda será solamente eso, un poema, y no una descripción de nuestra vida.

Piense en ello.


Francisco Cáceres Senn

1 comentario:

  1. Excelente palabras Francisco, evolucionar es la naturaleza del ser humano y del Universo. El aprendizaje siempre continuará...Renovar o morir, yo prefiero renovar.
    Saludos y gracias por tu enseñanza.

    ResponderEliminar

Muchas gracias por tu participación