miércoles, 20 de julio de 2011

El juego que nunca ganarás.


¿Cómo te sentirías si estuvieses jugando un juego que nunca podrás ganar, pero de alguna manera los organizadores del juego te hacen sentir de formas muy convincentes, que si lo sigues intentando encontrarás la victoria?

Yo no juego tenis y lo anterior sería como pensar que existe la posibilidad de que, en un partido contra Nadal, pudiese yo alzarme con la victoria.

“No seas negativo”, escucho a un amigo decirme. “Siempre existe la posibilidad de un milagro”. Bueno, así lo llamaría yo si ganase un partido contra Nadal. Es más, seguro me diría frases como “Échale todas las ganas” o “Tú puedes” o “Sólo está derrotado el que deja de luchar”.

Frases muy significativas que encierran una verdad aparente, que estás en un juego
que puedes ganar. Y, ¿si en realidad este juego no pudiera ser ganado de ninguna manera, hagas el esfuerzo que hagas, no importa qué tan duro lo intentes? ¿De qué juego estoy hablando?

Antes de que el nombre del juego penetre en tus oídos y te abra los ojos, te invito a reflexionar en una idea.

La sociedad en la que vivimos, en el plano de lo físico, está diseñada para algo que todos experimentamos de una forma u otra: mantenernos en donde estamos. Algunos quieren pensar que se están moviendo, pero es sólo una ilusión porque la realidad es que nos mantenemos exactamente en el mismo lugar, sin importar cuántos años pasan.

Tal vez unas 500 o 1000 familias poseen el mundo. No solo poseen el mundo sino también los gobiernos, los bancos, las instituciones, todo. Si se dividiera toda la riqueza existente en el mundo entre todos los seres humanos seríamos millonarios todos y cada uno de nosotros. Y Rockefeller fue muy sabio cuando comentó, ante esta absurda idea de dividirlo todo entre todos, “No importa; en unos cuantos días estará todo de nuevo en mis  manos”.

El resto vivimos en un mundo diseñado para trabajar duro, hacer el suficiente dinero para no morir de hambre, pagar nuestras deudas (que adquirimos para comprar cosas que el dinero que ganamos no alcanza a comprar), pagar la renta, seguir trabajando duro, ganar lo suficiente, etc. ¿Ya se te hace más claro el círculo en el que estamos? Por supuesto, me refiero a la mayoría de los seres humanos.

Y todo este ciclo está diseñado para mantener a los que ya están en el poder en su lugar, mientras ellos nos mantienen en el nuestro. De ninguna manera estoy refiriéndome a algo parecido a un “complot” de los ricos contra los pobres o a los “malos” contra los “buenos”. No se trata de una visión maniqueísta de la sociedad.
No estoy siendo negativo sino preciso.

El mundo está diseñado para nuestro fracaso, no para nuestro éxito. Y esto, lejos de ser un problema sin solución, es una gran oportunidad. Algunas personas en la historia de la humanidad, al darse cuenta de esta situación, de este círculo cerrado, han sentido tal desesperación que sólo se les ocurrió darle un cambio por la fuerza. Desataron revoluciones, guerras contra los ricos, revueltas populares, bloqueo de calles.

Otras, más iluminadas o evolucionadas, afortunadamente nos dejaron muestra de reacciones más dirigidas a desarrollar  todo nuestro autentico y real poder personal. Jesús, Buda, Gandhi, nos mostraron caminos muy diferentes hacia la salvación.

Y ahora sí, el nombre del juego que estamos jugando y no podemos ganar es el del DINERO.

Pertenecemos a un mundo programado para la inmovilidad. Inclusive si pones un pequeño negocio, estarás rodeado de personas que estarán viviendo la misma escasez que tú vives y que difícilmente darán su dinero a tu causa porque, fundamentalmente, no perciben que les sobra sino que les falta.

Nosotros contribuimos a mantener este mundo con nuestros programas internos, mundo que, al ser percibido con limitaciones, nos continúa reforzando nuestros programas o patrones mentales acerca del dinero. Nos hemos creído de manera contundente que “Hace falta trabajar muy duro para ganar dinero” o “El dinero no crece en los árboles” o “No soy el Banco de España o México o Alemania, yo no fabrico billetes”.

Nuestra conducta, hasta en las personas de ideas más avanzadas, es recalcitrantemente escasa cuando guardamos dinero para ocasiones malas, compramos en rebajas, nos atraen los descuentos, los pagos a meses sin intereses, no damos nada ni en defensa propia, etc. Todos estos patrones muestran claramente nuestra disfunción financiera generalizada.

Abre los ojos, y date cuenta de que estamos en un mundo diseñado para trabajar mucho, ganar poco y pagar todos los errores que otros cometen (un buen ejemplo lo representan todas estas crisis bancarias de los países más avanzados del mundo y que están siendo cobradas a los ciudadanos comunes como si fueran ellos quienes las crearon).

Pues bien, pretendo compartirte algo radicalmente positivo con relación a lo anterior. Por supuesto, no estoy solo en este sentido, y represento una voz cada vez más estridente en estos tiempos de cambio. El mundo puede estar diseñado para nuestro fracaso, pero…

Nosotros estamos diseñados para inevitablemente tener éxito.

No importa qué tan inadecuados sean nuestros programas internos, los podemos cambiar a voluntad. El DINERO es energía, como todo lo que nos rodea y podemos dirigir nuestra atención y enfoque a precipitar esta energía en forma de billetes, si nos place.

Hacer dinero suficiente para vivir plenamente en el plano de lo físico no requiere esfuerzo, lucha o toneladas de trabajo duro. Disfrutar de todas los beneficios que la tecnología moderna nos brinda no es inmoral no superficial ni vanidoso. El Buda de la actualidad usa teléfono móvil, una poderosa LapTop, TV de alta definición y horno de microondas. El Buda de hace 3000 años no los usaba porque no existían. Se sentaba a meditar por horas porque no había un cine al que asistir para el estreno de Harry Potter.

Se puede elevar nuestro nivel de energía suficientemente como para disfrutar de todo lo maravilloso que ofrece este mundo. Y la manera de hacerlo, los recursos que necesitamos para hacerlo, no están lejos ni inalcanzables. Están aquí y ahora. Vivimos en un Universo sin límites y tú no tienes límites.

Tal vez y sólo necesitas que alguien, no más inteligente o poderoso que tú, te muestra el camino para usar tus recursos y diseñar tu propio mundo, porque de otra forma, sin modificar tu sentido de ti mismo, seguirás experimentando el diseño del mundo tal cual está y, no importa que tan duro trabajes, te mantendrás en el mismo lugar. Eso sí, con la percepción de que lo falso es real y de que lo real es falso
Piensa en ello.

Francisco Cáceres Senn

1 comentario:

  1. Informacion que me tiene con la boca abierta, intrigante pero a la vez, con una salida, la de ser como queremos ser. Gus Martinez

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