miércoles, 16 de febrero de 2011

En busca de la libertad

El pueblo de Egipto ha salido a las calles a ganarse la libertad contra un dictador de fama mundial, Mubarak. Pero, ¿es así como los seres humanos nos ganamos la libertad?

Es muy loable el intento y logro de la libertad por parte de un pueblo, históricamente tan importante, como el egipcio. No todos los pueblos se sienten incómodos con la falta de libertad; algunos, incluso, no nada más la permiten sino que la perpetúan (la esclavitud). Y, sin embargo, todo este cambio, y todas estas muertes, habrán resultado inútiles si no se realiza la liberación más importante que el ser humano, sea del pueblo que sea, tiene que realizar. Y esta es...

La liberación de nuestros miedos y limitaciones. Para ser más precisos, la liberación de nuestro ego, el abandono de esa falsa identidad que nos tiene prisioneros en un mundo de aislamiento, escasez y limitaciones.


De nada sirve librarse de un dictador para caer en las garras del dictador más importante y poderoso que existe: nuestra mente. Cuando está fuera de control se puede volver tan peligroso como una ojiva nuclear en manos de Al qaeda.


"Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres"


Seguimos en la falsa creencia de que para liberarnos, tenemos que arreglar los asuntos de nuestro "exterior", cuando la verdadera liberación está y siempre ha estado, dentro de nosotros. 


El problema es que pensemos que si cambiamos de jefe, esposa/o o dictador, las cosas de mi vida se van a arreglar. Y si bien a veces es necesario cambiar de jefe, esposa/o o dictador, sin un cambio en nuestro interior todo regresará a lo mismo. Volveremos ineludiblemente a crear esa dependencia que en primer lugar nos llevó a vivir la desagradable situación de la que nos queremos librar.


Son muchas ya las voces que claman de un muy próximo depertar de conciencia para la humanidad. A lo mejor, de tanto decirlo, se hace verdadero y nos hacemos libres. Mientras tanto, te invito a manifestarte en las avenidas y plazas de tu corazón para reclamar el mando que no tienes pero sí te corresponde: el de tu propia vida.


Piensa en ello,




Francisco Cáceres Senn

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