Un hombre yacía en su cama, agonizando, esperando la muerte, al
final de su vida…
Su sueño más grande vino a presentarle su último respeto al
hombre que nunca lo usó.
Al entrar el sueño en el cuarto el hombre moribundo no pudo evitar mirar
hacia abajo con vergüenza.
“¿Por qué no me hiciste realidad?”, le pregunto su sueño más
grande.
“Porque tuve miedo”, le respondió el moribundo.
¿Miedo de qué?”, le confrontó el sueño.
“Tenía miedo de fallar”
“Pero no entiendo, ¿no fallaste al no intentar hacerme realidad?”,
le preguntó el sueño.
“Por supuesto que fallé, pero siempre pensé que existía un
mañana”.
“Tonto”, dijo el sueño. “¿Nunca se te ocurrió pensar que sólo
existe el ahora, el momento en el que estás ahora? ¿Crees ahora que la muerte está
cerca que puedes seguir posponiendo las cosas hasta mañana?”
“No”, dijo el hombre, mientras una pequeña lágrima rodaba por
sus mejillas.
El sueño se conmovió ante el sufrimiento del hombre, porque el
sueño sabía que existían dos tipos de dolores, el de la disciplina y el del arrepentimiento.
Y mientras que el de la disciplina pesaba gramos, el del arrepentimiento pesaba
toneladas,
El sueño entonces se inclinó suavemente sobre el moribundo y al
tiempo que le limpiaba la lágrima del rostro, le dijo cariñosamente: “Solo
necesitabas dar el primer paso y yo hubiera dado otro paso para acercarme a ti,
porque lo único que nos separaba era la creencia en tu mente de que no podías
tenerme y nada más”.
Entonces ambos se dijeron adiós y murieron en paz.
Autor anónimo.
Nuestros sueños nacen y mueren con nosotros. El mejor tributo que podemos hacer para los que ya no están con nosotros es usar nuestro ahora, algo que ellos no tienen, para hacer nuestros sueños realidad.
Dedicado especialmente a mi hermano Julio y a todos aquellos amigos y suscriptores que en este momento están recordando a un ser querido.
Francisco Cáceres Senn
es totalmente cierto, ahora, hay que valorar que si tuvo la fueza para concebirse ese sueño, es porque tenemos la fuerza interior
ResponderEliminarpara lograrlo, lo que hay que derribar es al
miedo.
Generalmente pensamos que tenemos mucho enemigos, si somos honestos, si vemos hacia dentro de nosotros descubriremos que es uno solo, nuestro miedo para dar el paso.
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