Cuando preguntamos a un ser humano que qué es lo que quiere
de la vida, una de las respuestas más comunes, y al mismo tiempo imprecisas y
subjetivas, es la de “ser feliz”.
Por supuesto, yo considero que no es la respuesta adecuada a
la pregunta formulada. “Ser feliz” es, en muchas ocasiones, equivalente a “no
tengo ni idea”. En otras es un deseo genuino, pero tan impreciso que no habrá
manera nunca de experimentar algo siquiera similar a la felicidad.
El problema reside en la expresión “buscar la felicidad”.
Basado en una literal interpretación de la Ley de la
Atracción, “buscar la felicidad” solo puede atraer más experiencias de “buscar
la felicidad”, no la felicidad en sí. Si piensas que no eres feliz, por eso la
buscas, atraes más momentos de “no ser feliz”. Hasta hay una película con el
nombre de este artículo y, curiosamente, en un evento en Madrid que se celebra
en junio de este año (y que, según mi opinión, promete inadecuada y
engañosamente aportar nuevas ideas del management moderno a los empresarios
asistentes lo que basado en la mayoría de los conferencistas no va a pasar)
anuncian la participación de Chris Gardner, la persona que inspiró la película.
Pero este, la búsqueda, no es el único problema. Otro gran
problema en relación a la felicidad es los condicionantes que hemos establecido
para experimentarla. Me explico. Muchas personas crean reglas mentales que
dicen algo así como “para ser feliz, yo necesito que ocurra x, y o z”, donde x,
y o z pueden representar cualquier cosa. Lo que, de nuevo, atrae más
condicionantes o ciertas experiencias de satisfacción que confundimos con la
felicidad y que son realmente efímeras.
Igual que cuando perseguimos metas y condicionamos sentirnos
exitosos en función del logro de dichas metas. Al lograrlas, de manera
inevitable, tendremos que establecer nuevas y más retadoras metas para seguir
experimentando el sentimiento de logro. El cuento de nunca acabar.
¿Se puede experimentar la felicidad? Usted sabe la
respuesta: claro que sí. Tal vez, tengo que reconocer, yo no sea capaz de
aplicar las siguientes ideas que le voy a compartir en totalidad en mi vida
personal, pero le aseguro que conozco plenamente qué hace falta para sentirse feliz.
De nuevo, el saber qué hacer no garantiza que lo haga. En mi
vida estoy, en estos momentos, experimentando los retos económicos más grandes
a los que me he enfrentado jamás antes. Lo cierto es que experimento felicidad
con frecuencia, no tanto como debiera, lo reconozco, pero con frecuencia. Y
estas son las reglas que, cuando puedo y me siento capaz, aplico.
Recuerdo la frase de Jim Rohn “Tienes que ser feliz con lo
que tienes, mientras persigues lo que quieres”. Al principio pensé que se
refería a que lo que tenemos nos tiene que hacer felices, aunque sea poco en
comparación con los demás. Pero Jim era mucho más listo que eso. Él se refería
a que no necesitamos tener algo para ser felices, que podemos ser felices a
pesar de no tener lo que queremos, porque es la felicidad la que atrae más
felicidad y, eventualmente, lo que queremos llega sólo. No es conformismo, es
control de las emociones. Si alguien necesita sentirse mal para lograr mejores
cosas se llama masoquismo, no motivación.
Entiendo que la felicidad es un estado emocional y que, como
todo estado emocional, se logra cambiando lo que tenemos en la mente o el cómo
movemos nuestro cuerpo y los gestos que hacemos. Y ambas cosas, nuestra mente y
nuestro cuerpo, están bajo nuestro absoluto control. Así que, cuando quiero ser
feliz o cualquier otro estado emocional, cambio lo que entra en mi mente o cómo
muevo mi cuerpo. Vamos, pruébelo ahora. Le espero a que lo haga y ya luego me
cuenta.
¿En verdad cree que se va a escapar de lo que le acabo de
pedir? ¿Me toma por tonto? Vamos, haga lo que le pido ahora, no juegue con sus
emociones. Además, si no lo prueba, ¿cómo va a saber cómo afecta su estado
emocional cambiar sus pensamientos o sus movimientos? Venga, venga, que yo no
tengo que ir a ningún lado. Le espero.
¿En verdad piensa que no me doy cuenta de que no lo ha
hecho? NO lo ha hecho, lo sé. No es que sea vidente, es que conozco las
estadísticas que indican que el 99% de las personas no aplica lo que lee y a lo
mejor me equivoco con usted, pero 99% que no.
¿Ya? Ahora sí, prosigamos.
Agradezco por todo lo maravilloso que me ha pasado y me
sigue pasando. El inventario de las cosas positivas o maravillosas que nos
rodean es una técnica vieja pero eficaz. De nuevo, pruébelo.
Hágase preguntas de poder matutinas. Tony Robbins indica en
su libro “Poder sin límites” que existen preguntas de poder y preguntas de
debilidad. Las de poder son aquellas que cuando nos las hacemos las respuestas
nos llevan a sentirnos más poderosos. Las de debilidad favorecen exactamente lo
opuesto a poder. Por ejemplo, si yo me pregunto “¿Qué es lo que más me agrada
en mi vida en este momento?”, probablemente la respuesta me hará enfocarme a
algo positivo lo que, a su vez, me hará sentirme muy bien. Si por el contrario,
me levanto cada mañana preguntándome “¿Qué es lo peor que tengo en mi vida
ahora?” o peor todavía, “¿Por qué todo me sale siempre mal?”, bueno, usted ya
sabe cómo se va a sentir cuando las respuestas lleguen a su cabeza de alguna
voz oculta, de seas que siempre están esperando a que nos hagamos preguntas
estúpidas para darnos respuestas estúpidas.
Utilice el momento del día llamado “ausencia de identidad”
para crear su nueva vida, una que le haga feliz. Saqué esta idea de una
película extraordinariamente innovadora y poderosa llamada en inglés “What he
bleep do we Know”. En ella, tanto JZ Knight, una canalizadora de un guerrero
atlante llamado Ramtha (sí, lo sé, es algo extraño) como el Dr. Dispenza
enseñan esta técnica, que consiste en aprovechar el vacío de identidad que los
humanos experimentamos al despertarnos para crear un nueva y poderosa
identidad.
En el momento de despertarse y antes de hacer contacto con
sus sentidos con la realidad que le rodea, lo que detona el contacto inmediato
con su identidad actual, imagine su nuevo yo y el mundo nuevo en el que el
nuevo yo vive y, de manera voluntaria, siéntase feliz. Según JZ y Dispenza,
usted podrá ver cambios inmediatos en su realidad circundante.
Ya lo ve. Ser feliz es una decisión, no una consecuencia. Y
si observa con atención la película de la que le hablaba al principio, “En
busca de la felicidad”, se dará cuenta, tal vez, que el protagonista, al menos
en la cinta, se siente feliz en muchas ocasiones y no solamente cuando obtiene
el éxito buscado.
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