miércoles, 18 de mayo de 2016

En busca de la felicidad

Cuando preguntamos a un ser humano que qué es lo que quiere de la vida, una de las respuestas más comunes, y al mismo tiempo imprecisas y subjetivas, es la de “ser feliz”.

Por supuesto, yo considero que no es la respuesta adecuada a la pregunta formulada. “Ser feliz” es, en muchas ocasiones, equivalente a “no tengo ni idea”. En otras es un deseo genuino, pero tan impreciso que no habrá manera nunca de experimentar algo siquiera similar a la felicidad.

El problema reside en la expresión “buscar la felicidad”.


Basado en una literal interpretación de la Ley de la Atracción, “buscar la felicidad” solo puede atraer más experiencias de “buscar la felicidad”, no la felicidad en sí. Si piensas que no eres feliz, por eso la buscas, atraes más momentos de “no ser feliz”. Hasta hay una película con el nombre de este artículo y, curiosamente, en un evento en Madrid que se celebra en junio de este año (y que, según mi opinión, promete inadecuada y engañosamente aportar nuevas ideas del management moderno a los empresarios asistentes lo que basado en la mayoría de los conferencistas no va a pasar) anuncian la participación de Chris Gardner, la persona que inspiró la película.

Pero este, la búsqueda, no es el único problema. Otro gran problema en relación a la felicidad es los condicionantes que hemos establecido para experimentarla. Me explico. Muchas personas crean reglas mentales que dicen algo así como “para ser feliz, yo necesito que ocurra x, y o z”, donde x, y o z pueden representar cualquier cosa. Lo que, de nuevo, atrae más condicionantes o ciertas experiencias de satisfacción que confundimos con la felicidad y que son realmente efímeras.

Igual que cuando perseguimos metas y condicionamos sentirnos exitosos en función del logro de dichas metas. Al lograrlas, de manera inevitable, tendremos que establecer nuevas y más retadoras metas para seguir experimentando el sentimiento de logro. El cuento de nunca acabar.

¿Se puede experimentar la felicidad? Usted sabe la respuesta: claro que sí. Tal vez, tengo que reconocer, yo no sea capaz de aplicar las siguientes ideas que le voy a compartir en totalidad en mi vida personal, pero le aseguro que conozco plenamente qué hace falta para sentirse feliz.

De nuevo, el saber qué hacer no garantiza que lo haga. En mi vida estoy, en estos momentos, experimentando los retos económicos más grandes a los que me he enfrentado jamás antes. Lo cierto es que experimento felicidad con frecuencia, no tanto como debiera, lo reconozco, pero con frecuencia. Y estas son las reglas que, cuando puedo y me siento capaz, aplico.

Recuerdo la frase de Jim Rohn “Tienes que ser feliz con lo que tienes, mientras persigues lo que quieres”. Al principio pensé que se refería a que lo que tenemos nos tiene que hacer felices, aunque sea poco en comparación con los demás. Pero Jim era mucho más listo que eso. Él se refería a que no necesitamos tener algo para ser felices, que podemos ser felices a pesar de no tener lo que queremos, porque es la felicidad la que atrae más felicidad y, eventualmente, lo que queremos llega sólo. No es conformismo, es control de las emociones. Si alguien necesita sentirse mal para lograr mejores cosas se llama masoquismo, no motivación.

Entiendo que la felicidad es un estado emocional y que, como todo estado emocional, se logra cambiando lo que tenemos en la mente o el cómo movemos nuestro cuerpo y los gestos que hacemos. Y ambas cosas, nuestra mente y nuestro cuerpo, están bajo nuestro absoluto control. Así que, cuando quiero ser feliz o cualquier otro estado emocional, cambio lo que entra en mi mente o cómo muevo mi cuerpo. Vamos, pruébelo ahora. Le espero a que lo haga y ya luego me cuenta.

¿En verdad cree que se va a escapar de lo que le acabo de pedir? ¿Me toma por tonto? Vamos, haga lo que le pido ahora, no juegue con sus emociones. Además, si no lo prueba, ¿cómo va a saber cómo afecta su estado emocional cambiar sus pensamientos o sus movimientos? Venga, venga, que yo no tengo que ir a ningún lado. Le espero.

¿En verdad piensa que no me doy cuenta de que no lo ha hecho? NO lo ha hecho, lo sé. No es que sea vidente, es que conozco las estadísticas que indican que el 99% de las personas no aplica lo que lee y a lo mejor me equivoco con usted, pero 99% que no.

¿Ya? Ahora sí, prosigamos.

Agradezco por todo lo maravilloso que me ha pasado y me sigue pasando. El inventario de las cosas positivas o maravillosas que nos rodean es una técnica vieja pero eficaz. De nuevo, pruébelo.

Hágase preguntas de poder matutinas. Tony Robbins indica en su libro “Poder sin límites” que existen preguntas de poder y preguntas de debilidad. Las de poder son aquellas que cuando nos las hacemos las respuestas nos llevan a sentirnos más poderosos. Las de debilidad favorecen exactamente lo opuesto a poder. Por ejemplo, si yo me pregunto “¿Qué es lo que más me agrada en mi vida en este momento?”, probablemente la respuesta me hará enfocarme a algo positivo lo que, a su vez, me hará sentirme muy bien. Si por el contrario, me levanto cada mañana preguntándome “¿Qué es lo peor que tengo en mi vida ahora?” o peor todavía, “¿Por qué todo me sale siempre mal?”, bueno, usted ya sabe cómo se va a sentir cuando las respuestas lleguen a su cabeza de alguna voz oculta, de seas que siempre están esperando a que nos hagamos preguntas estúpidas para darnos respuestas estúpidas.

Utilice el momento del día llamado “ausencia de identidad” para crear su nueva vida, una que le haga feliz. Saqué esta idea de una película extraordinariamente innovadora y poderosa llamada en inglés “What he bleep do we Know”. En ella, tanto JZ Knight, una canalizadora de un guerrero atlante llamado Ramtha (sí, lo sé, es algo extraño) como el Dr. Dispenza enseñan esta técnica, que consiste en aprovechar el vacío de identidad que los humanos experimentamos al despertarnos para crear un nueva y poderosa identidad.

En el momento de despertarse y antes de hacer contacto con sus sentidos con la realidad que le rodea, lo que detona el contacto inmediato con su identidad actual, imagine su nuevo yo y el mundo nuevo en el que el nuevo yo vive y, de manera voluntaria, siéntase feliz. Según JZ y Dispenza, usted podrá ver cambios inmediatos en su realidad circundante.


Ya lo ve. Ser feliz es una decisión, no una consecuencia. Y si observa con atención la película de la que le hablaba al principio, “En busca de la felicidad”, se dará cuenta, tal vez, que el protagonista, al menos en la cinta, se siente feliz en muchas ocasiones y no solamente cuando obtiene el éxito buscado.

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