martes, 19 de enero de 2010

Cómo romper patrones de conducta.

Existe una costumbre ancestral, de desconocidos orígenes, y sin embargo aplicada casi universalmente. Es la de los propósitos de año nuevo.

No siempre hemos tenido como humanidad la misma medición de lo que un año significa. De hecho, hasta la fecha, no todos los países celebramos el 31 de Diciembre como el último día del año.

Y el punto es que no importa, porque la costumbre mencionada tiene más que ver con ciclos terminados y el análisis que hacemos de los mismos.

Como humanos, tendemos a crear ciclos de tiempo para medir nuestro avance o definir ciertas conductas repetitivas y patrones. Algunos de estos patrones son instintivos, naturales, como nuestra reacción fisiológica y hormonal al ciclo del día y la noche, o de las estaciones del año.

Al final de cada ciclo, algunos buscamos hacer una revisión de logros y, en consecuencia, nos ponemos una serie de metas o propósitos que asumimos harán nuestra vida mejor y darán prueba de nuestra fuerza de voluntad.

Entre los más comunes se encuentran los de pérdida de peso, reducción o eliminación de deudas en tarjetas de crédito, mejorar la condición físico-atlética o aprender alguna nueva habilidad o destreza (otro idioma, un curso de postgrado, etc.).

Menos comunes son por ejemplo, lograr la independencia financiera, hacer mi primer millón de dólares, pesos, pesetas o euros, poner mi negocio e independizarme o mejorar radicalmente mi relación sentimental.

Lo más extraño es que estas últimas situaciones, son las que más nos van a estar ocupando durante el resto del año, pero no en forma de propósitos o metas sino en forma de problemas.

Lo interesante es que, cualquiera que sea la meta de principios de año establecida, los expertos en conducta humana han descubierto que para el 15 de enero, el 95% de los seres humanos ya rompieron alguna o todas de las nuevas reglas de conducta determinadas para alcanzar los propósitos de año nuevo.

Es decir, para el 15 de enero, el 95% de las personas ya saben, aunque prefieran ignorarlo, que sus propósitos fueron simplemente una lista de buenos deseos y nada más.

Y aquí puede surgir una gran pregunta (yo siempre ando en busca de grandes preguntas): ¿Por qué es tan difícil para los seres humanos cambiar conductas, modificar patrones, sustituir hábitos dañinos por otros más beneficiosos?

Antes de contestar esta pregunta con lo que yo pienso, le ruego que considere las siguientes consideraciones:

• No crea una palabra de lo que yo diga.

• La única forma de saberlo a ciencia cierta es probándolo. Para mí sí funciona y por eso lo comento. Viene de mi experiencia directa y de otros varios miles de personas. Pero esto no prueba que vaya a funcionar para usted, solo que vale la pena intentarlo.

Estas son 4 posibles razones que explican la anterior gran pregunta:

1. La creencia de que cambiar es difícil y que con el paso del tiempo, la edad, se hace todavía más difícil. Esta es una mentira insultante para la inteligencia y cualquiera que la exprese como parte de su lenguaje común debiera ser multado como delito grave y castigado severamente. Cambiar no es difícil… cuando se sabe cómo. De hecho, es tan fácil como para un político explicar por qué la situación económica es malísima y no se puede hacer nada al respecto, a pesar de lo cual, sin él nos iría mucho peor.

2. Mayor orientación al “cómo” lograr las cosas que al “qué” queremos lograr. Verá, estamos muy preocupados por el “cómo” pero nuestra limitada inteligencia y nuestros modelos del mundo construidos nos impiden encontrar “cómos” posibles, por lo que nuestros objetivos se van diluyendo inevitablemente en el baúl de los deseos.

Aunque yo o usted no las conozcamos, existen múltiples formas de lograr cualquier cosa que se proponga. La creatividad, habilidad inherente a cualquier ser humano, se desarrolla al adentrarnos en el mundo de las infinitas posibilidades.

Como dice Mike Dooley en la famosísima película El Secreto: “Los “cómos” son el dominio del Universo”.

3. Toda conducta repetitiva tiene detonadores de la misma. Nuestra falta de auto consciencia acerca de nuestros actos y sentimientos nos provoca caer una y otra vez en las mismas conductas. Pero si Usted presta un poco de atención a su interior, rápidamente descubrirá qué detonantes provocan las conductas que desea modificar.

Y una vez identificados estos detonantes, podrá a voluntad detener la respuesta no deseada y escoger libremente una mejor respuesta.

Es decir, una vez rota la relación entre el estímulo y la respuesta, acaba de romper un hábito por el resto de su vida. Construir uno nuevo, es tan fácil como romper el viejo: requiere de motivación, repetición y algo de tiempo (los expertos consideran que unos 30 días, más o menos).

4. Revise su lista de propósitos y metas todos los días. Es sorprendente la cantidad de personas que hacen sus propósitos de año nuevo y no los escriben. Y es aún más sorprendente la cantidad de personas que los escribe pero nunca más los vuelve a revisar.

Y cada vez que la revise, trate de identificarse con dichos propósitos, de vivirlos como si ya fueran reales o estuvieran presentes. Si no lo emocionan suficientemente, no tenga de miedo de cambiarlos por otros más emocionantes o atractivos.

En resumen: Aprenda a cambiar y experimente por usted mismo lo fácil que resulta con las herramientas adecuadas, defina con claridad qué quiere olvidándose de cómo lo va a conseguir, identifique os detonadores y, por último, viva sus propósitos para que se hagan realidad.

Y el próximo 15 de enero, no permita que las estadísticas vuelvan a demostrar que no somos capaces de escribir nuestro destino.

Piense en ello.


Francisco Cáceres Senn


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