Cuando preguntamos a un ser humano que qué es lo que quiere
de la vida, una de las respuestas más comunes, y al mismo tiempo imprecisas y
subjetivas, es la de “ser feliz”.
Por supuesto, yo considero que no es la respuesta adecuada a
la pregunta formulada. “Ser feliz” es, en muchas ocasiones, equivalente a “no
tengo ni idea”. En otras es un deseo genuino, pero tan impreciso que no habrá
manera nunca de experimentar algo siquiera similar a la felicidad.
El problema reside en la expresión “buscar la felicidad”.